Hace unos días me disponía a escribir mi primer post sobre yoga para runners. La intención era empezar con los beneficios físicos del yoga pero mientras reflexionaba sobre el tema llegué a la conclusión de que era mejor empezar por el principio y de paso hacer un ejercicio de autoanálisis para entender por qué empecé a practicar yoga, cuál fue el motivo de iniciar este camino y la razón por la que siento la necesidad de compartirlo con otr@s corredor@s.
Soy la típica corredora que nunca estira, ni al empezar ni al acabar, y claro, las semanas de mucho volumen de kilómetros los músculos se van cargando y se resienten ; isquios, piramidal, gemelos... Si sois corredores ya sabéis de qué estoy hablando. Así que pensé que sería una buena manera de obligarme a estirar.
Tenía cierto dolor de espalda, en el lado izquierdo, debajo del homoplato. Malas posturas, tensión acumulada. Me habían hablado de que el yoga iba muy bien para estirar la espalda.
También había oído algo sobre sus múltiples beneficios, incluso que tenistas de élite o triatletas practicaban yoga como parte de su rutina de entrenamientos o preparación.
Otro tema que me empujó a empezar fue la necesidad de parar, de calma, de tranquilidad. Quien me conoce sabe que soy una persona muy activa, muy enérgica, de ésas que no paran. Llegó un momento en mi vida en el que necesitaba encontrar esos momentos de parar, de estar conmigo misma, tal como lo hago cuando estoy en una carrera de trail de larga distancia. Necesitaba encontrar instantes para estar en el momento presente, en el aquí y ahora, momentos de aprender a dejar pasar los pensamientos del pasado y del futuro, para estar sólo en el presente.
Así que un día de octubre de hace 3 años ahí estaba, en clase de yoga, dispuesta a descubrir una nueva disciplina que se supone me iba a ser beneficiosa a nivel corporal y a nivel mental.
La mayoría habéis oído hablar del yoga, imagináis qué es o habéis visto a alguien practicando en la playa o contemplado alguna imagen relacionada. Sin embargo, creo que todavía hay ideas preconcebidas del yoga erróneas que debemos empezar a deconstruir.
Así que antes de empezar con mi experiencia, un pequeño apunte de lo que es el yoga.
Yoga significa literalmente unión, se refiere a la “unión con un@ mism@”, es decir, a la fusión armónica e integrada de todos los niveles del ser humano, que incluyen cuerpo, mente y espíritu.
El yoga se considera el sistema de desarrollo y evolución personal más antiguo que se conoce. Es una práctica de vida completa a través de la cual las personas pueden desarrollar todo su potencial, más allá de las limitaciones de su cuerpo y de su mente.
No es ninguna religión -aunque tiene una vertiente ciertamente espiritual- y no se trata de creer o no en el yoga, se trata de practicarlo y sentir sus beneficios, tanto físicos como mentales.
Una clase de yoga suele durar una hora, hora y media y el profesor va guiando sobre la secuencia de las diferentes posturas (asanas), indica cómo hacerlas y muestra y corrige físicamente a las personas que no lo están haciendo correctamente
Normalmente se empieza con los saludos al sol varias veces para entrar en calor y después se realizan diferentes asanas, que trabajan diferentes grupos musculares y distintas capacidades personales y físicas. El consejo más común es que no te olvides de respirar. Al principio estás tan pendiente de hacer bien la postura, colocarte correctamente y aguantar en la asana unos segundos que se te olvida respirar y el yoga, sin una respiración fluida, no es yoga.
Dicho esto, os aseguro que... ¡La primera vez que entré en mi primera clase de yoga me entraron ganas de salir corriendo!
Todavía recuerdo ese día: fue en Yoga One Tuset. La clase estaba llenísima, era un grupo de Vinyasa de una hora y media. El estilo de yoga Vinyasa es un estilo bastante físico y muy dinámico, de los que realmente te ayudan a ejercitar tu cuerpo.
Muchas personas que nunca han practicado yoga creen es aburrido, facilón y que se trata de sentarse a meditar. ¡Incorrecto!
La profesora era Ro Karlsson, bastante fuerte físicamente. A quienes venimos del mundo del running y del deporte en general acostumbra a salirnos la vena competitiva y el afán de superación, así que tener una profe como Ro, fue una motivación para mí.
Cuando corremos, al realizar una actividad física de impacto, cada vez que el cuerpo entra en contacto con el suelo, trabajamos con los pies, tobillos, rodillas, la cadera, y todos los grupos musculares que intervienen en la acción de correr. Utilizar siempre esos mismos grupos musculares, sumado al exceso de entrenamiento y en algunos casos la participación en carreras, maratones y pruebas de ultradistancia, pueden provocar sobrecarga y desencadenar lesiones. Las articulaciones, los músculos, los tendones y los huesos de los miembros inferiores son los principales afectados.
Haber ejercitado los mismos grupos musculares durante tantos años y sin prácticamente haber estirado nunca fue una mala combinación. Recuerdo que era incapaz de ejecutar bien ninguna de las asanas. No sabía dónde ni cómo tenía que poner los pies o los brazos. Me di cuenta de mi falta de consciencia corporal, de mi falta de flexibilidad en los grupos musculares que intervienen en el running. Mis extremidades posteriores y mi espalda estaban totalmente rígidas.
Era incapaz de realizar las posturas de equilibrio; aguantar la postura del árbol para mí más de cinco segundos era imposible.
Y qué decir de la coordinación derecha-izquierda: repetir la misma asana con el lado izquierdo del cuerpo era imposible, un desequilibrio absoluto.
Corría maratones, ultras de montaña, estaba físicamente fuerte, con un buen cardio, pero con otras capacidades físicas como la flexibilidad, el equilibrio e incluso la concentración, olvidadas, anuladas. Tenía que empezar de cero a trabajarlas y a desarrollarlas, igual que entrenamos series para aumentar nuestra velocidad en carrera.
Así fue mi primera clase, y la segunda, y muchas más… Suelo decir que esa experiencia inicial fue la primera lección que me dio el yoga: fue una cura de humildad, supuso aceptar mis limitaciones físicas. Tenía dos opciones: o no volver nunca más o trabajar para mejorarlas.
Lo primero que dicen la mayoría de personas que nunca han practicado yoga es que no son flexibles. Es normal, no lo solemos ser, es una capacidad que tenemos cuando nacemos pero que vamos perdiendo a lo largo de los años si no la ejercitamos.
También la flexibilidad, como muchas otras capacidades si se trabajan, se puede mejorar y los progresos en corredores también pueden ayudar a mejorar el rendimiento y aún más importante a prevenir lesiones.
Todavía hoy, en mi caso, después de 3 años practicando, sigo trabajando mi flexibilidad.
Hasta aquí mi post de hoy… os he intentado transmitir que mi primera experiencia con el yoga no fue la más maravillosa, no fue amor a primera vista… Ahora me alegro de haber vuelto a la segunda clase y a la tercera y a la cuarta...
Seguramente el primer día que fuisteis a correr tampoco fue la experiencia más agradable, pero volvisteis, y ahora estáis corriendo carreras de 10 kms. o incluso maratones o carreras de ultratrail. ¿No es así?
Sólo os quiero animar a que vayáis a una clase de yoga, experimentéis lo que es, y volváis a otra clase. También os sugiero que probéis con diferentes profesores. Los beneficios del yoga están demostrados en todo el mundo, ¡El yoga es transformador!
En mi próximo post os hablaré de los beneficios del yoga. ¡Hasta pronto runners!!